martes, diciembre 23, 2008

Me piden que salga de testigo II

La nota inicial de la revista establece para cada uno de nosotros dos posibilidades: "dejar que los demás le digan lo que debe pensar y creer, o examinar las pruebas por sí mismo y llegar a sus propias conclusiones". La doble identificación sugerida por el resto del texto queda bastante clara: hace lo primero quien suscribe la afirmación de que la creencia en Dios es incompatible con la verdadera ciencia; hace lo segundo quien afirma por sí solo que el diseño manifiesto en las plantas y los animales es una prueba irrefutable de la existencia de un Diseñador. Paso ahora a la exposición de los argumentos.

El primer paso es mostrarnos "qué nos enseña la naturaleza". Este argumento parte de la existencia de una disciplina llamada biomimética, que estudia las características de la anatomía, la fisiología y las técnicas de los seres vivos, y de qué manera es posible imitarlas, aplicándolas al diseño y construcción de productos que saquen provecho de ellas. Se ofrecen ejemplos: las aletas de la ballena jorobada, estudiadas por ingenieros aeronáuticos, poseen propiedades que podrían ser llevadas a las alas de los aviones con gran beneficio; las alas de la gaviota fueron imitadas por investigadores de la Universidad de Florida, que construyeron un prototipo de avión teledirigido que es capaz de maniobras semejantes a las que hacen esas aves; las patas del lagarto llamado geco, capaces de adherirse a superficies tan lisas como el vidrio por obra de las fuerzas de Van der Waals, podrían remedarse con algún material sintético, que obviamente sería de gran utilidad. Como estas, son muchas las buenas ideas alcanzadas por los científicos por medio de la emulación de la naturaleza. Ahora bien, el peso del argumento se resume así: "Si la imitación requiere la existencia de un diseñador inteligente, ¿qué puede decirse del original?". Que éste pudiera haber surgido por la evolución ciega de la naturaleza se presenta como una opción ridícula, y es más fácil que así lo parezca si equiparamos a la naturaleza con un maestro y al científico con un aprendiz que imita las técnicas de ella.

La dicotomía que nos enfrentó inicialmente se pone, entonces, en correlación con esta otra: acerca de la formación del estado actual de la vida, o bien sostenemos la teoría de la evolución planteada por Darwin, o bien aceptamos las enseñanzas de la Biblia sobre la Creación. Una y otra explicación son presentadas como incompatibles. Se niega que haya una opción intermedia que sea viable: la doctrina de la evolución teísta (según la cual Dios utilizó la evolución para crear la vida, programando el universo de tal manera que a partir de la materia inerte surgieran inevitablemente células con capacidad de reproducirse, que se transformaran en seres cada vez más complejos, dando origen con el tiempo a las diversas formas de vida, pero con nula o esporádica intervención de Dios en el proceso una vez iniciado) contradice las palabras de Jesús, que muestran que él aceptaba la explicación del Génesis, y tiene por resultado una fe débil e inestable. Una nueva exhortación a examinar las pruebas del diseño en la naturaleza nos conduce al siguiente argumento, que expondré en el próximo post.

lunes, noviembre 03, 2008

Ranking Top 30 de las búsquedas más extrañas de Google que condujeron a alguien a este blog

Las vengo registrando desde hace un par de años. Hay muchísimas. Seleccioné 30.

1. como surgieron las almohadas
2. son buenos esposos los hombres alemanes
3. gorda insensible

4. pelicula mandril ajedrez
5. CONSIGNA DE MUJER MARAVILLA
6. la palabra no hables con su dibujo
7. arrepentimiento metalera
8. dibujo hago bien la fila
9. berenjenas eroticas
10. la mujer mas enana del mundo
11. DIBUJOS DE BIENVENIDA PARA TIOS

12. poema de lorem ipsum traducido
13. canciones para piques entre dos 5to grado
14. MAMAS PEGANDO A NIÑOS
15. gradualmente se estuvieran reencauzando las aguas
16. dibujar a carozo y narizota
17. civilizacion de chanes
18. personas odiadas por la humanidad
19. filosofos que tuvieron que ver con el dibujo
20. como hacer que una mujer lo olvide sin quedar de enemigos
21. collage utilitarismo
22. reglas que debo seguir al visitar una biblioteca (tengo 7 años)
23. como hacer un volante de pizzeria

24. traducir lenguaje flogger
25. quien dijo "la base esta"
26. paráfrasis de sentencia
27. CANCIONES CON LA PALABRA SENTIMIENTO Y RAZON
28. FRASES DE ALIENTO DE FILOSOFOS
29. acnedota un anciano
30. pesca: pique febrero 2008

¿Comprendés mi estupor, querido lector? Es por causa de él que en Lorem Ipsum se lanza hoy el

Concurso "Ayudá a Nico a figurarse qué clase de locos visitan su blog":
Valiéndote de tu imaginación y tu razón, intentá arrojar alguna luz sobre el misterio del quién, el cómo o el porqué de algunas de las búsquedas rankeadas. (Algo parecido a lo que se hace en este blog, aunque no pido tanta genialidad.)
¡Participá y ganá grandes premios!




lunes, septiembre 15, 2008

Cuesta abajo

Pero la puta madre, no me vengás con Epicuro, che... Te estoy hablando de otra cosa. Igualmente, ponéle que te concedo que la muerte en sí misma, considerada como vos decís, como el fin de la vida, no es un mal para el que muere. De acuerdo, al menos en forma directa no lo es. Sin embargo, vos todavía sos joven y debés saber mejor que yo que lo grave de esa muerte no está en lo que ella es, sino en lo que hace: en general, nos arrebata el goce de potenciales satisfacciones futuras, para experimentar las cuales es una condición básica el estar vivos, ¿no?

Ahora bien, yo no te concedo ni siquiera aquello primero. Porque estás llevando la cuestión a otro lugar. El problema que estoy planteando no es que la muerte me vaya a alcanzar un día. El problema es que ella, entendida como propongo, como la sustracción de la vida, está con nosotros desde siempre. Nos alcanzó cuando nacimos. Estamos viviendo en ella o, como decía un viejo amigo cordobés, morimos cada día. Este es un tópico literario de larga carrera, ya lo sé; pero fijáte, vos que razonás de manera tan epicúrea, que hasta tu poeta Lucrecio lo repite varias veces en su obra: todo lo que, transformado, sale de sus límites, supone al mismo tiempo la muerte de lo que fue antes. La verdad es que esto no nos importa mucho al principio, mientras lo nuevo que nace en nosotros es mayor que lo viejo que muere. Pero si duramos lo suficiente, ese balance se invierte y entramos redondamente en la corrupción y el envilecimiento. Es la historia de siempre, bah. Hay un solo modo de evitar la cuesta abajo, y son muy pocos los que tienen el coraje de elegirlo por sí mismos. Entre los que recibimos la gracia de la longevidad, la mayoría nos terminamos resignando a declinar, cada uno a su ritmo. Al final, embotados los sentidos y la memoria, no queda de nosotros más que una fatiga. Ya nada nos importa. Apenas percibimos el mundo y casi no recordamos, y por eso no anhelamos, lo perdido.


De eso te hablo, ¿entendés? Todavía es algo temprano y me duele el pecho al pensar en estas cosas. Sin embargo, supongo que dentro de algunos años no pensaré más en ellas, porque no podré hilar más de dos ideas sin perderme en el camino. Ese porvenir me consuela un poco y me da cierto ánimo para tirar unas décadas más, las que haga falta. Nunca me gustó la brusquedad de las partidas ni el espamento de las despedidas. Prefiero irme despacio y silbando bajito; apagarme de a poco, sin agonía, como una tarde pampeana. Así nadie me va a extrañar. Quizás un día alguien notará mi ausencia, pero nadie, ni vos ni yo, habrá sabido bien cuándo me fui.


viernes, septiembre 05, 2008

Chacarera del pensador


Del disco Espejos (2005), un tema de Raúl Carnota que me vino a la memoria a partir de un polémico post del estimado Cuti.

viernes, agosto 29, 2008

Me piden que salga de testigo

Hace cosa de un año, viajando en tren, me tocó sentarme junto a cierta anciana. No pasó medio minuto antes de que me hablara.
–Señor –me dijo, y me preguntó sin angustia, como formulando una adivinanza:–, ¿veremos algún día el fin de la crueldad?
Medité seriamente sobre tan grave asunto, y al cabo de unos segundos apreté los labios y debí confesar:
–No sé.
Sin demora, la mujer me entregó una revista. La misma pregunta era el título de la nota de tapa: "¿Veremos algún día el fin de la crueldad?"
–Aquí va a encontrar algunas respuestas –aseguró.
–Gracias –le sonreí apenas.
No cruzamos más palabra. Fingí leer la revista, pero sin mostrar desprecio ni entusiasmo, para que la mujer no volviera a hablar. Se bajó en la estación siguiente, creo que sin saludar.

Después estuve pispeando el contenido. La nota de tapa aseguraba que pronto se viene el Reino de Dios, en que se acabará la crueldad (hija, como se sabe, del Diablo); pero que, endemientras esperamos que llegue, hay que aguantarse el mal y no devolvérselo a naides. Un pequeño suplemento que venía entre las hojas centrales explicaba que el alma muere con el cuerpo y que, por lo tanto, no debemos preocuparnos por nuestros muertos queridos, ya que se encuentran en un estado de inconciencia total que recién abandonarán el día en que, resurrectos, todos nos volveremos a encontrar. En la contratapa, dos ejemplos de vida: el de un hombre que, a pesar de cierta discapacidad física, se las ingenió para colaborar en la construcción de un "Salón del Reino", y el de una niña de seis años enferma de cáncer que con sus plegarias consiguió la oportunidad de visitar el centro de la actividad mundial de los testigos.

Lo que me resultó más llamativo de la revista fue la sección destinada a responder preguntas de los lectores, que se ocupaba exclusivamente de la siguiente cuestión: "¿Debe el cristiano evitar las bebidas y alimentos que contengan cafeína?". Y bien, para quien esté interesado en saberlo, lo diré sin rodeos: depende. De acuerdo con los estudios científicos hechos hasta hoy sobre los efectos de la cafeína, su ingestión, si y sólo si es moderada, puede tener efectos positivos para la salud; sin embargo, como diría un amigo estagirita, el justo término medio es relativo a cada persona y a cada circunstancia, y según agregaba el autor de la nota, también a los principios bíblicos que pudieran entrar en juego en cada caso particular.

No cuento más. Basta señalar que casi todo intento de fundamentación se apoyaba en citas bíblicas, por lo que alguien que no diese crédito a ellas difícilmente conseguiría, ni aun poniendo la mejor voluntad, evitar que la lectura resultase algo tediosa y nada convincente. En cambio, creo que va a ser más interesante comentar otra revista que me regalaron un año antes, y en la que, entre otras cosas, se intenta probar que "existe un creador" y que la evolución es un cuento chino. Pero justo a eso lo dejo para otra ocasión.

viernes, julio 11, 2008

3x3

El ritmo lento de este blog se explica más o menos así: tengo mucho pudor al momento de postear, y por lo general no me alcanza el tiempo para sentarme a pensar y escribir algo que me deje satisfecho y que me parezca mínimamente digno de ser posteado. No obstante, y aunque en estos momentos estoy especialmente ocupado, sé que no necesito esforzarme mucho por lograr la calidad de este post, sino que la misma está garantizada porque en él recomiendo tres blogs muy buenos. Ofrezco links particulares a tres posts de cada uno de ellos, como para que se vea de qué la van. Son estos:
Hágame caso y vaya, lector. Me lo va a agradecer.

viernes, junio 13, 2008

Antilogía

Según algunos testimonios que nos lega la tradición, el sofista Protágoras de Abdera postulaba que respecto de cualquier proposición puede siempre argumentarse, con idéntica eficacia, tanto a favor como en contra.

Para ejemplificar ese tipo de argumentación falaz, el romano Aulo Gelio, en la nota 10 del libro V de sus Noctes Atticae, narra un episodio que el chismógrafo Diógenes Laercio apenas llega a mencionar. Es el siguiente:

Protágoras, que –como se sabe– cobraba por sus lecciones de oratoria, pactó con el joven Evatlo que éste le pagase al comienzo sólo la mitad del costo de ellas, y que postergase el pago de la otra mitad hasta el momento en que, ya instruido en el arte del alegato forense, hubiera defendido y ganado su primer pleito.

Ahora bien, como después de este acuerdo hubo pasado mucho tiempo sin que Evatlo mostrase la menor intención de disputar alguna causa, el maestro, sospechando que el alumno perseveraba en su actitud remisa para no tener que saldar su deuda, concibió una estratagema para cobrar su dinero, a saber: presentar una demanda contra Evatlo.

Cuando ambos acudieron ante los jueces, dijo Protágoras: “Date cuenta, pendejo boludísimo, de que me vas a pagar lo que pido de una u otra manera, ya sea la sentencia a favor o en contra de vos. Ya que si la causa se decide contra vos, me deberás a pagar de acuerdo con la sentencia, porque yo habré ganado; pero si la decisión te favorece a vos, me deberás pagar de acuerdo con nuestro contrato, porque vos habrás ganado.”

Evatlo contestó así: “Pude haber ido al enfrentamiento de este sofisma de usted tan equívoco si no hubiera tomado la palabra yo mismo y hubiera empleado a otro como abogado. Pero tengo una mayor satisfacción en esta victoria cuando le gano no sólo en la causa sino también en ese argumento. Así que dese cuenta usted también, maestro sapientísimo, de que no le voy a pagar lo que pide de ninguna de las dos maneras, ya sea la sentencia a favor o en contra de mí. Ya que si los jueces se expresan a favor de mi causa, nada le deberá ser pagado de acuerdo con la sentencia, porque yo habré ganado; pero si se pronuncian contra mí, nada le deberé pagar de acuerdo con nuestro contrato, porque no habré ganado.”

Los jueces, considerando que cualquier decisión que tomaran se anularía a sí misma, dejaron la cuestión pendiente y pospusieron la causa para un futuro distante. Algo no muy distinto, en definitiva, de lo que hizo Zeus con la persecución del perro de Procris (que no dejaba presa sin atrapar) al zorro de Teumesa (que no podía ser alcanzado).

jueves, mayo 29, 2008

Versos

Hace un tiempo, a mi abuela Hilda, que con sus años conserva una buena memoria, la palabra "locomotora" le trajo a la mente estos versos que recitó con exactitud:

–¡Alto el tren! –Parar no puede.
–¿Ese tren a dónde va?
–Por el mundo caminando
en busca del ideal.
–¿Cómo se llama? –Progreso.
–¿Quién va en él? –La humanidad.
–¿Quién lo dirige? –Dios mismo.
–¿Cuándo parará? –Jamás.

No me podía indicar el nombre del autor, no por olvido sino porque nunca lo supo. Yo quise averiguarlo y, en casa, a partir de algunas palabras que había retenido, googleé el poema. Se titula "El tren eterno". Primero encontré que era obra de Campoamor; pero no sin razón desconfié de esa respuesta inicial y, con poca indagación más, descubrí que el autor fue en realidad Manuel de la Revilla (cuyo libro Dudas y tristezas prologó Campoamor).

Bueno, la cuestión es que, una vez leído, y pese a que yo, a diferencia de mi abuela, no creo en nada de lo que él mienta –salvo quizá en los trenes–, el poema se me quedó grabado. Cada tanto lo repito para mí y compruebo con gusto que lo sigo recordando. No sé si espero convencerme de algo a fuerza de repeticiones o si en el fondo ya creo en la humanidad, en el progreso, en Dios, y por eso lo repito.

viernes, abril 04, 2008

Dibujos

Hace unos cuantos años me encantaba dibujar. Nunca tuve algo parecido a una técnica profesional, pero sí bastante paciencia y concentración. Comenzaba muchos dibujos, pero como mi lentitud era notablemente mayor que mi paciencia, solía aburrirme antes de terminar la mayoría de ellos. Si bien me frustraba verlos inacabados, no sentía un gran regocijo al concluirlos, sino más comúnmente la decepción del resultado; el mayor deleite lo encontraba en el proceso de elaboración, cuando sentía que me acercaba, con trazos morosos y mil veces intentados, a la figura que buscaba.

De a poco, con el tiempo abandoné aquella actividad casi del todo. Nos elegimos constantemente y trazamos, con escaso dominio de una mano temblorosa, las líneas de una obra que siempre quedará en boceto. Yo no me elegí dibujante, ni siquiera aficionado al dibujo. Aunque todavía hoy me entretengo, de vez en cuando, en garabatear algún mamarracho en el margen de mis apuntes académicos o en un rincón de mi cuaderno de notas, acepto sin mucho pesar que lo más probable es que cada vez dibuje menos y peor.

Escaneé algunos dibujitos y los reuní. No he registrado las fechas, pero calculo que los más viejos deben contar una década.


martes, marzo 11, 2008

Linda mañana

La felicidad es una distracción, ¿no? Por eso suele ser más accesible a los enamorados venturosos y a los estúpidos. ¿Acaso no soy feliz cuando consigo –casi nunca de forma deliberada– adelgazar mi campo atencional dejando dentro de él tan sólo algunos objetos gratos a cuyo vaivén me acuno?

No, seguro que esto no vale como definición, pero tal vez alcance a dar cuenta del estado de conciencia, parecido a la felicidad, que ha sabido despertar en mí la versión tan llena de espíritu y de matices que hizo Ray Charles de "Oh, what a beautiful morning" (originalmente un vals que integraba un célebre musical que me gustaría no ver). O, por mejor decir, la versión que él nunca hizo, la que, con el acompañamiento de la orquesta de Count Basie agregado por magia de la tecnología, se incluye en el disco Ray Sings, Basie Swings, producido por Concord Records en el año 2006. Hablo de esta versión:



El disco entero es excelente y lo recomiendo mucho.

viernes, enero 25, 2008

El hombre migratorio

Enoch, de Rumania, soñó una noche que la muerte le daba alcance en un bosque de alerces nevados y ríos de escarcha. Al despertar, su mente simple concibió un plan simple. Con las primeras lluvias del otoño emigró al hemisferio sur y, seis meses después, volvió a escapar del invierno retornando a su patria. Desde entonces sigue eternamente a las golondrinas en cautelosos barcos. Es entre los inmortales el más bronceado.


De Guillermo Martínez, incluido en el libro Dos veces bueno 3, cuentos breves de América y España (Buenos Aires, Ed. Desde la Gente, 2002), con selección y prólogo de Raúl Brasca.

lunes, enero 14, 2008

Malestar

Si tomo el colectivo y un hombre que me cede el asiento viene a despertarme a la brusca conciencia de que ya no soy el que era, y si en el reflejo de la ventanilla veo mi cabeza ya capilarmente empobrecida, y si recuerdo a tanta gente querida que ya no está conmigo, ¿cómo hago para soportar el peso infinito de este malestar por lo efímero de las vidas? ¿Y cómo para darles el gusto a los demás pasajeros que, incómodos, pretenden que no explote en llanto, que no gima de forma escandalosa durante todo el puto viaje, cuando advierto, hastiado de esta fugaz parábola tan repetida, que soy de nuevo otro bebé en brazos de otra madre, con otras (¿cuántas?) vidas por delante?