viernes, noviembre 06, 2009

Evidencias

Vos pensá que sería en vano señalarle a un defensor del creacionismo la enorme cantidad de similitudes estructurales que existen entre distintas especies de seres vivos y que están registradas por la anatomía y la embriología comparadas. Esos datos no alcanzarían a persuadirlo de la procedencia a partir de un ancestro común. Él, probablemente, te objetaría con astucia que hasta los partidarios del evolucionismo reconocen la existencia de parecidos estructurales entre especies filogenéticamente independientes. Y, para agregarle a esa objeción la propuesta de una explicación alternativa, postularía tal vez una escala en la que todas las especies, inmutables, pudieran ser ordenadas sucesivamente, en una gradación sutil de innúmeros escalones, según su nivel de complejidad y perfección: interpretadas a partir de tal esquema, las semejanzas entre especies vecinas no serían sino evidencias del estrecho eslabonamiento que liga desde siempre a todos los seres en una única y vastísima serie –cuya autoría, por supuesto, es atribuida a una sola Mano Creadora–. La naturaleza sería, así, según el defensor del creacionismo, un conjunto en el que cada especie tiene su lugar invariablemente fijado. Las mutaciones, que ya son una verdad indiscutible, sólo producen, te diría él, variaciones en caracteres accesorios. Esta vieja tesis de una scala naturae fue quizá formulada inicialmente por Aristóteles, ha subsistido durante muchos siglos y llegó a ser sostenida por otras celebridades de la anatomía comparada como Gottfried Leibniz, Charles Bonnet y Georges Cuvier. Por consiguiente, reconocé al menos que sería necio ignorar que muchos, antes que vos, han notado las mismas similitudes entre especies y, sin embargo, han sacado de ellas una conclusión bien distinta a la de Darwin.

Es inútil también que hagas mención de las correspondencias estructurales entre las especies actuales y las extintas. El propio Cuvier, casi el fundador de la paleontología, observó que en caso de existir una filiación entre unas y otras, debería registrarse una mayor evidencia fósil que testimoniara el proceso de transformación gradual de unas en otras. La escasez de evidencia en favor de un ritmo evolutivo uniforme, que sigue siendo reconocida hoy y que llevó a Stephen Jay Gould y Niles Eldredge a postular la teoría del equilibrio puntuado, ha brindado a muchos otros motivo o excusa para seguir apoyando el fijismo. En la opinión de ellos, las especies extintas habrían sido no menos constantes e inmutables que las de hoy; diversos cataclismos las habrían aniquilado, sin que dejaran ninguna descendencia.

Nuestra dificultad, como defensores de la teoría de la evolución, reside en que la transformación de unas especies en otras no es en realidad un fenómeno que podamos ver sucediendo, sencillamente porque no vivimos el tiempo suficiente. Llegamos demasiado tarde y nos vamos demasiado temprano.

4 comentarios:

cuti dijo...

esa dificultad es común a los defensores de otras teorías.

Nico dijo...

Sin duda. Por suerte a los creacionistas no les interesa criticarlas.
Su comentario me da pie para un futuro post que sea continuación de este, y que seguro colgaré pronto pronto, a mediados del 2010, ponele.

cuti dijo...

http://blogs.swarthmore.edu/axisofevo/?p=217

creo que le va a gustar

Nico dijo...

Acertó. Gracias, Cuti.